jueves, 21 de febrero de 2013

Cualquier tiempo pasado NO siempre fue mejor (Sònia Llinares)


Siempre con la mosca detrás de la oreja.
Ahora, por ejemplo, en este instante, el ascensor acaba de parar en el relleno, se abren las puertas al tiempo que a mi se me encoge el estómago. Empiezo a contar; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis (por si enciende un pitillo) escucho atentamente. No, no oigo las llaves. Confirmado no se abre la puerta.
Inés llora en la cuna, encamino mis pasos hacia su habitación, tan linda como ella, al entrar la veo, de pie con sus diminutas manos cogidas a la barandilla de la cuna, con sus ojos azules anclados en los míos que casi me suplican que la aupe, que la coja en mi regazo.
Lo que imaginaba, el chupete había vuelto a jugarle una mala pasada, por entre los maderos se había deslizado bajo la cuna. Me arrodillé para recogerlo y mi corazón se aceleró, mi mano empezó a temblar y por más que cerraba y abría los ojos la imagen era la misma; un par de zapatos desgastados, llenos de tinte negro con el que intentaba ocultar las rozaduras y el paso del tiempo. Zapatos negros que habían dejado en mí ropa tantas huellas negras como en mi cuerpo huellas azuladas.
Huellas que apagaron hace tiempo lo que en un principio fue amor.
Huellas que cayeron como jarro de agua fría y devastaron la pasión.
Huellas que entraban en mí  cualquier día, a cualquier hora, por cualquier motivo, simplemente porque sí.

Hoy los zapatos no se mantenían firmes, un leve balanceo hacía presagiar que hoy mi ropa, un día mas, quedaría manchada de betún.
No me dio tiempo a incorporarme. Una mano suya en mi cuello y la otra en mi escaso pelo lo hicieron por mí. Ajena a los insultos, el tiempo y la “experiencia” me enseñaron a intentar combatir el dolor de los golpes, aprendí a concentrarme en recuerdos hermosos.
Un puñetazo en la cara me devolvió a la realidad pero fue la patada en el esternón la que me dejó sin aliento.
Mis padres, intenté visualizar su rostro, intenté recordar sus caricias, sus besos…el dolor era tan inmenso que no podía recordar
Mis ojos buscaron los de Inés, ella sonreía, quería que su imagen fuese la que se quedara gravada en mi retina. Por si hoy era el día.
Me despertó el llanto de mi hija.
Con el cuerpo dolorido, la cabeza a punto de estallar y sin fuerzas ni para abrir los ojos apenas me podía mover.
Levanté el brazo izquierdo, el derecho no podía y…¡¡¡DIO MIO!!!!!.
Mi mano estaba llena de sangre, abrí lo máximo que pude los ojos, que no era mucho, mientras con mi mano examinaba la parte superior de mi cuerpo buscando la herida, la fuente de tanta sangre.
No la encontraba, los llantos de Inés me obligaron a intentar levantarme,  primero agudice el oído para cerciórame de que estábamos solas, una vez estuve segura, entonces traté de serenarme e intenté incorporarme, apenas podía ver con claridad el hinchazón de los ojos me lo impedía pero mi bebé me necesitaba. Lo haría por ella.
Me cogí a los pies de la cama para incorporarme, no podía mover las piernas algo me lo impedía.
¡¡Quedé horrorizada!! sobre mis piernas yacía el cuerpo inerte de Mario, con sus ojos puestos en Inés y su cuello abierto en canal.
Lo aparté como pude. Junto a él mi cutter de doble hoja.
Abracé a mi hija. Llamé a la central de emergencias y me senté a esperar.
Cualquier tiempo pasado NO siempre fue mejor.


miércoles, 20 de febrero de 2013

EN ESE PRECISO INSTANTE (Sònia Llinares)


Un café con leche que se había quedado frío por segunda vez y una tostada gélida no habían sido motivo suficiente para sacarme del ensimismamiento en el que estaba sumergida.

En apenas tres días, tenia que decidir si aceptaba o no el nuevo puesto que me habían ofrecido en una importante empresa chocolatera de Bruselas. Es increíble, nunca pensé que tuviese que tomar una decisión tan… ¿interesante?, exactamente no se como calificarla; había una parte de mi, que estaba entusiasmada por la expansión personal que suponía la aceptación del puesto, pero un vuelco en el estomago, era el que me hacia regresar a la tierra y plantearme seriamente, si seria capaz de afrontar el traspaso de fronteras.

Decidí retirar el desayuno y darme una buena ducha. Al entrar en mi habitación lo primero que hice fue encender la radio; me encanta hacerme eco de las últimas noticias mientras me ducho antes de ir a la oficina. La ducha matinal siempre me ayudaba a despertar y en infinitas ocasiones, la perspectiva de los problemas había sido diferente después de esa lluvia jabonosa, quizás con la de hoy ocurriría lo mismo.

Fue el estridente timbrazo del teléfono el que me hizo coger el albornoz mucho antes de lo esperado, era Andrés, mi amigo desde la universidad, mi amigo del alma, su tono habitual era nervioso, pero el de hoy trasmitía verdadera exaltación.

            -Por favor, ¡¡¡¡dímelo, dímelo ya!!! ¿Que has decidido? ¿Te vas a Bruselas? – su voz se aceleraba, supongo que al compás que se estaría acelerando su corazón.
No pude más que reír, por el desencanto que le iba a producir mi respuesta y se que el atrevimiento de la llamada matutina no era tal, sino que era producto de la gran amistad y confianza que nos unía desde hacía más de diez años, baje el volumen de la radio y contesté con cierta risita que se reflejaba en mi tono:
            -No, Andrés, todavía no he decidido nada, pero no te preocupes que en cuanto lo resuelva tu serás el primero en enterarte, pero he estado pensando, que quizás te gustaría acompañarme - un silencio sepulcral se hizo a la otra parte del teléfono, para tres segundos después dar paso a un estrepitoso rugido en el que las letras s e i, unidas o no, era lo único que se podía entender. Los dos empezamos a reír a carcajadas, risotadas que he de reconocer que me hicieron mucho bien, fue una verdadera liberación de adrenalina.
Después de despedirnos  y  quedar para almorzar en la misma cafetería que lo hacíamos siempre, me dirigí al vestidor de cedro que presidía mi habitación para elegir modelito, en ese mismo instante en Radio nacional de España empezaba un programa que se titulaba, “inmigrantes, 50 años después”. Me acerqué al receptor, elevé el volumen para enterarme bien mientras me preparaba para salir a la oficina y quedé estupefacta al oír como los contertulios parecían contar mi historia, como ellos en su época experimentaron mis mismas sensaciones, dudas y contradicciones, estaba verdaderamente asombrada, en ese mismo momento fui consciente de que cosas eran las que en realidad tenia que plantearme antes de tomar una decisión, vi con claridad que debía de fraccionar mi vida por prioridades, quedó pendiente en mi memoria para hacerlo en cuanto acabase la jornada laboral.
El almuerzo con Andrés no fue como de costumbre, mi desorden emocional marcó el ritmo de la conversación, mi pobre amigo no se atrevió a expresar vocablo alguno que no hiciese referencia a mi futura andanza. Me encargué de que el tentempié fuese breve, no tanto para aliviar a mi compañero de mí monologa conversación, sino más bien por regresar al trabajo, para acabar cuanto antes y tener mas tiempo libre para ir poniendo en orden mi nueva estrategia de decisión.
 Que extraño, nunca hubiese imaginado que un programa de radio me daría las pistas definitivas para tomar una decisión que sería la que marcaría mi futuro.

Pasadas las siete de la tarde, con un relajante baño de espuma esperándome, tomé una gran decisión; no decidiría nada hasta la mañana siguiente, no volvería a cavilar en nada que tuviese que ver con chocolates, ni con viajes al país del atomium, ni nada de nada, estaba realmente agotada y sabía que podía cometer un error fatal. Después, una cena ligera acompañada de un buen vino y una película romanticona, de la que no puedo contar el final porque me dormí mucho antes de que acabara.

Le he dado una tregua al despertador desconectándolo antes de que sonara. El sueño había sido reparador y al despertarme fui conciente de que sabía perfectamente lo que debía hacer, no se cuando tomé la decisión pero al despertar, lo tenia tan claro, estaba tan segura de que iba a tomar la decisión correcta, que me alegre de haberlo aplazado para hoy.

Me considero una persona de no muchos amigos pero me gusta cuidar a los que son de verdad, a los que más que amigos forman parte de tu familia y dentro de este grupo estaba Andrés y el día anterior le prometí que seria el primero en saber mi decisión, así que cogí el móvil, marqué las nueve cifras que acompañaban a su nombre y al oír su voz dije:
            -Hay vuelos Madrid-Bruselas cada cuatro horas, ¿vendrás a visitarme?

No pude hablar más, me colgó el teléfono y en apenas quince minutos estaba aporreando el interfono de casa.
Hoy soy consciente que la decisión no la tomé esa mañana al despertar o durante la noche mientras dormía, esa decisión la tomé cuando acabe de oír el programa de radio la mañana anterior, cuando la gente que había emigrado por trabajo, contó con todo lujo de detalles sus vivencias, sus andanzas y añoranzas, en ese preciso instante, sin yo saberlo, dije si.

UN CAFÉ, UNA PAUSA Y UNA SINTONÍA (Sònia Llinares)


Cada 30 de junio, desde hacia 14 años, la escena se repetía en casa como una especie de ritual. Maletas en el coche y como destino único la font, una pequeña finca donde vivían mis abuelos, en el interior de la provincia de Alicante. Allí los adelantos tecnológicos se conocen sólo de oídas; no cobertura, no Internet, no wasap… y como colofón final para acabar de alegrarme el día, mi madre me ha dicho que esta  semana tampoco tendremos televisión.

Mis tíos Carlos y Tere llegaron ayer por la tarde con mis primos Carlitos de 4 años, Ana de 13 años y Roberto de 16.
Después de desayunar y con el maletero lleno, me quedaban por delante tres horas de ver pasar el paisaje. Mi hermano Bruno sólo tenía tres añitos y a los diez minutos de empezar el viaje y con una peli puesta en el DVD portátil ya se le había caído hasta el chupete. Mis padres, no se cansaban de repetir lo relajante que resultaría este mes, que si se nos cargan las pilas, que si se nos oxigena el cuerpo, que si los paseos nocturnos…y un montón de “que sis” más.
La verdad es que como me entretuve viendo la película que Bruno se había perdido, el viaje hasta la Font se me hizo cortísimo.

Última curva a la derecha, antes de llegar a la planicie desde donde se avista la casona  de piedra, madera y blanco en la que habían vivido; mi madre y mi tío Carlos, mis abuelos, los padres de mis abuelos y los padres de sus padres y…
Aunque la casa estaba en pie desde tiempos remotos, la conservan en perfecto estado y es el punto de reunión de toda la familia.

Al llegar al camino de entrada que conducía hasta la casa, nos estaban esperando dando saltos de alegría Meñique; un Bichón habanero que no mide más de 30cm de altura pero, que con su carácter gruñón es el dueño del lugar, a su lado mueve la cola incansablemente Pruna, una gran danés que a pesar de su enorme tamaño es una buenaza. Los dos nos acompañan hasta la puerta de entrada, donde por fin paramos el coche.

La abuela se había cortado el pelo y la encontré muy favorecida. El abuelo en su línea, siempre con el sombrero de paja y el bastón en la mano, pero si una cosa tenían en común, era que los dos nos recibían con una gran sonrisa dibujada en el rostro y siempre sus palabras parecían haber sido seleccionadas para agradarnos y hacernos sentir especiales.

Fue el abuelo el que nos dijo que mis primos y mis tíos habían bajado a pasear al río, pero que seguramente nos habrían oído llegar y no tardarían en subir. Tenía, tantas ganas de ver a mi prima Ana, era mi mejor amiga.  


Ciertamente, las palabras que acababa de decir el abuelo se hicieron realidad y en pocos minutos llegaron mis tíos y mis primos, algo agotados por el calor que hacía más que por el trayecto recorrido.

Mi prima Ana y yo hablábamos por teléfono casi a diario y através de las redes sociales de moda, que ya todos conocéis, así que, en cuanto nos vimos nos fuimos en busca de un refugio para hablar y hablar y hablar y seguir hablando de nuestras cosas, sin que nos molestara nadie. Después de ponernos al día con los acontecimientos ocurridos en las últimas 24h, la conversación se centro en la ausencia de la televisión por la rotura de la antena y en como el técnico no podría repararla hasta la semana próxima, las dos compartimos la misma opinión ¡¡¡Que horror, una semana sin televisión!!!

Esa tarde los postres se alargaron hasta pasadas las cuatro, momento en el que la abuela me pidió que le acercara el transistor, no sin advertirme que tuviese cuidado de no tocar la rueda de sintonización, lo tenia fijado en Radio nacional de España donde a esta hora emitían “la decisión de Ruth”, radionovela que cuenta como Ruth, una joven, europea adinerada, renuncia a toda su fortuna para irse a Sudáfrica con Víctor su compañero de universidad y su novio desde hacia dos meses, muy en contra de la opinión de sus padres, para colaborar en labores humanitarias con las ONGs establecidas en la zona... Nada nuevo ni dentro ni fuera del mundo de los culebrones dulzones que empalagan sólo con oír el título. Mientras continuábamos con la conversación la abuela nos iba poniendo al día de los personajes conforme iban apareciendo en escena.

He de reconocer que lo que al principio de la primera semana nos pareció un drama “no tener televisión”, resultó que cuando vi aparecer al técnico, me di cuenta que no la había necesitado, que no la había echado en falta. En cambio  todos los días durante el mes de Julio había una cita obligada en torno a la vieja radio de los abuelos, todos los días a las cuatro de la tarde seguíamos las aventuras de Ruth en las tierras de ébano.

Como dato curioso al menos para mi, diré que era emocionante la charla que elaborábamos después del final de cada capítulo. Cada una de nosotras había imaginado a los mismos personajes y el mismo escenario de manera muy diferente. Era sorprendente ver como mi imaginación había creado un mundo donde trascurrían historias y sucesos todos los días y todo gracias a un aparato que antes de este verano había pasado desapercibido para mí.

Pasará el tiempo, pero nunca podré olvidar a mi abuela, mi madre, mi tía, mi prima y yo, sentadas entorno a la mesa tocinera de color cerezo de la cocina, con un café helado entre las manos, Radio Nacional de España sintonizada en el diminuto y viejo transistor, que nos transportaba durante una hora a un mundo individual donde transcurría una misma historia.

lunes, 18 de febrero de 2013

Al Tall i Maria del Mar Bonet- Bolero de l'Alcúdia

Bolero de l'Alcúdia / Maria del Mar Bonet i Al Tall

Queia tota la lluna
sobre les sendes
mentre canten i ballen
dotze parelles.

Dotze parelles, mare,

dotze parelles
que per la nit tenien
les mans enceses.

T'estime, rosa fina,

clavell de sucre,
ulls d'una aigua profunda,
canten els muscles.

Les meus mans et prenen

igual que un cànter
coloma meua, rosa,
gesmil intacte.

domingo, 17 de febrero de 2013

Amor de tarde de Mario Benedetti.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

sábado, 16 de febrero de 2013

LA PRINCESA BUSCA MARIDO de Jorge Bucay


Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.
Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven. Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:

- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.

El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:

- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?

Y el hijo contestó:

- ¿Sabes mamá? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor, ¿verdad mamá?

El Amor de Amarnos (Sònia Llinares)


Querer. Querer no és lo mismo que Amar. No, no lo es.

Querer. Querer se quiere todo, en cualquier momento, en cualquier lugar, con cualquier compañía, que mas da.

Querer está en mano de todos. Querer es….tan fácil
Pero AMARNOS....

Amarnos es...es lo mejor que nos puede pasar. Amarnos...es saber que yo estoy aquí para tí y tu estás ahi para mi.

Amarnos los dos... al mismo tiempo....como nosotros nos amamos.

Amarnos es.... alcanzar la felicidad, es...garantizar una sonrisa en los labios,
es ...mantener luz en la mirada

Amarnos es un sueño hecho a medida, es un sueño para dos.

No es lo que tenemos delante o detrás de nosotros, es exactamente lo que ENTRE nosotros hay.

Amarte es...

Cuando me gustaría escapar de ti. Pero si no volvieses corriendo a buscarme, me moriría de pena, porque TE AMO.


AMARTE ES...

Cuando  me doy cuenta que lo más bonito que me ha pasado es haberte y que me hayas amado.

I SÉ:

Que jamás hubiese conocido la felicidad si no me hubiese enamorado y también se que dentro de este enamoramiento he amado hasta alcanzar la locura.

También se que jamás comprenderemos el dolor hasta que no hayamos perdido el amor de la persona amada  

I CREO:

Que La vida sin amor, és como un mar sin agua,
Que La vida sin amor, és como un día sin el sol.
Que La vida sin amor, és como una noche sin estrellas

Y HE APRENDIDO QUE:

El amor de amar, no tiene color, ni olor
Que el amor de amar es el de las mariposas en el estómago,
el que a veces nos hace llorar.
El amor de amar, es el que nosotros sentimos, es el amor de verdad.
Y este amor no tiene un final, ni triste ni feliz.

Porque simplemente nuestro amor no tiene fin.